Gran señor, dame tu licencia; padrecito mío, quiero hablarte
¿Y después? ¡Habla!
Soñé que ante nuestro gran Padre San Francisco aparecimos desnudos, , Soñé que juntos habíamos muerto
¿Y entonces?
Dueño mío, apenas San Francisco dio la orden, apareció un ángel, brillando, traía en las manos una copa de oro.
Así tenía que ser, ¿Y a ti?
Ángel mayor: cubre a este caballero con la miel que está en la copa de oro
Los indios siervos oían, oían al pongo, con atención sin cuenta pero temerosos.
Así mismo tenía que ser. ¡Continúa! ¿O todo concluye allí?
El ángel más ordinario traiga en un tarro de gasolina excremento humano y dijo, ; cúbrelo como puedas. ¡Rápido!
Y luego dijo: «Todo cuanto los ángeles debían hacer con ustedes ya está hecho. Ahora ¡lámanse el uno al otro! Despacio, por mucho tiempo
El viejo ángel rejuveneció a esa misma hora; sus alas recuperaron su color negro, su gran fuerza. Nuestro Padre le encomendó vigilar que su voluntad se cumpliera.
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