Unknown Story
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- Ya lo sé. Por eso te digo que es absurdo. Sé que se lo llevaron y sin embargo me siento como si me hubiese abandonado.
- No, ¿cómo voy a reprochárselo? El se portó bien, demasiado bien, soportó la tortura, fue valiente, no delató a nadie. Es un ejemplo.
- Y se lo reprochas?
- Ya no lo es. El sigue escribiéndome cartas cariñosas, calidad, tiernas, pero yo las leo como si fueran para otra persona, ¿podés aclararme qué ha pasado? Será que la cárcel ha convertido a Santiago en otro tipo? ¿será que el exilio me ha transformado en otra mujer?
- ¿entonces?
- Claro. Es también la mía, ¿no? Sólo que él cayó. Y yo en cambio estoy aquí.
- Graciela. ¿vos seguis compartiendo la actitud politica de Santiago?
- ¿Estás loco? Hizo lo que había que hacer. Yo también hice lo mío. En eso estuvimos y seguimos unidos. Donde yo no sigo unida es en la relación de dos. No en la social, ¿entendes? Eso por lo menos lo tengo claro. Lo que no tengo claro es el motivo. Y eso me angustia. Si Santiago me hubiera hecho una porquería, o si lo hubiera visto hacer una porquería a alguien. Pero no. Es un tipo de primera. Leal, buen amigo, buen compañero, buen marido, y estuve muy enamorada de él
- Le reprochás los compromisos que contrajo?
- Tambien. Y al parecer sigue igual. La loca soy yo.
- Y el?
- Graciela. Sos una muchacha todavía. Sos linda, sos inteligente, sos tierna a veces. Quizá lo que echás de menos sea la contrapartida, la retribución afectiva.
- Es posible
- Eso que Santiago no puede darte por correspondencia, y menos por correspondencia bajo censura.
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