Hijito mío el más amado: yo soy la perfecta siempre Virgen Santa María, Madre del verdaderísimo Dios..., mucho quiero tener la bondad de construirme mi templecito... Allí estaré siempre dispuesta a escuchar su llanto, su tristeza, para purificar, para curar todas sus diferentes miserias, sus penas, sus dolores.
Grr Grr Grr
Más tarde
Hijito mío el más pequeño: es indispensable que sea totalmente por tu intervención que se lleve a cabo mi deseo. Muchísimo te ruego y con rigor te mando, que mañana vayas otra vez a ver al Obispo. Y hazle oír muy claro mi voluntad, para que haga mi templo que le pido.
Mi señora, tiene que elegir otro mensajero, el obsipo no me cree.
Grr
mmm
Juan Diego, necesito una señal de nuestra señora para poder creerte.
Domingo 10 de Diciembre
En ese mismo día su tío Juan Bernardino enfermó y por eso no volvió al siguiente día.
Así está bien, hijito mío, el más amado. Mañana de nuevo vendrás aquí para que lleves al Gran Sacerdote la prueba, la señal que te pide. Con eso enseguida te creerá, y ya para nada desconfiará de ti.
Muchas gracias mi señora.
Martes 12 de diciembre: Ante la gravedad de su tío, Juan Diego sale a México para buscar un sacerdote. Rodeó el cerro para que la Virgen no lo encontrara. Pero ella sale a su encuentro
Hijito queridísimo: estas diferentes flores son la prueba, la señal que le llevarás al Obispo. De parte mía le dirás que por favor vea en ella mi deseo, y con eso, ejecute mi voluntad.
Te doy la plena seguridad de que ya sanó.
Ohhhhhh
Desplegó su tilma, donde llevaba las flores. Y así, al tiempo que se esparcieron las diferentes flores preciosas, en ese mismo instante… apareció de improviso en el humilde ayate la venerada imagen de la siempre Virgen María, Madre de Dios, tal como ahora tenemos la dicha de venerarla en lo que es su hogar predilecto, su templo del Tepeyac.
Luis Piloco 1A
-FIN-
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