En un pequeño pueblo, vivía la familia García, formada por el padre Don Ramón, la madre Doña Teresa, y sus dos hijos, Luis y Ana. Don Ramón era un hombre de carácter fuerte, criado bajo las estrictas normas del machismo que había heredado de su propio padre. Doña Teresa, aunque amorosa y dedicada, había aprendido a callar sus propias opiniones y deseos para mantener la paz en el hogar.
Don Ramon
Doña Teresa
Luis
Ana
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Luis, el hijo mayor, seguía los pasos de su padre en muchos aspectos, aunque en el fondo sentía una incomodidad que no lograba identificar. Ana, por su parte, era una joven curiosa y con un espíritu indomable, que soñaba con ser ingeniera y romper los moldes que la sociedad le imponía.
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Una noche, durante la cena, Ana anunció con entusiasmo que había ganado una beca para estudiar ingeniería en la ciudad. Don Ramón frunció el ceño y con voz firme dijo:
Papá, entiendo tu preocupación, pero esto es importante para mí. Quiero demostrar que puedo lograrlo.
Una mujer no necesita estudiar tanto, Ana. Tu lugar está aquí, ayudando a tu madre y preparando para ser una buena esposa.