Había una vez, en una ciudad no muy lejana, una niña llamada Amanda, era curiosa e incansable. Le encantaba explorar los alrededores de su casa y, un día de primavera, decidió ir al parque que tanto conocía. Estaba a punto de sentarse en una banca, cuando vio a un pequeño perrito. Vio que no tenía collar y decidió llevárselo a su casa para ver qué pasaba.
¡Qué lindo perrito! No tiene collar...
Su casa no estaba muy lejos, así que no se tardó ni diez minutos en llegar. Durante el trayecto, pensó qué podía pensar sus papás de la situación. ¿Se enamorarían de él nomás lo vieran? ¿Le dirían que lo echara de la casa? ¿La regañarían?
Amanda llegó a su casa con una sonrisa pegada sobre su rostro. Sus papás no reaccionaron para nada mal; al contrario, mostraron una alegría total ante el cachorrito.
¡Qué belleza! ¡Quédatelo!
¡Sí!
Amanda estaba encantada con su nuevo amigo. Jugaba con él todos los días y a todas horas. Obviamente, le tuvo que dar un nombre, le puso Joey.
¡Joey!
Todo iba bien con Joey hasta que, un día, Amanda fue al supermercado y vio un rótulo de "se busca." No era un criminal el que se buscaba, sino que un perro sospechosamente parecido a su Joey. Se acercó y vio que había un número escrito en el cartel, y decidió llamarlo.
SE BUSCA
¿Y eso que será?
Contestó la voz de un niño. Resignada, Amanda le explicó lo ocurrido. Estaba muy triste de tener que despedirse de Joey, pero alegre de que otro niño pueda tener a su perro de vuelta.
¿Dónde es tu casa? ¿Cuál es su verdadero nombre?
Aquí tengo tu perrito. Lo vi en el parque, y lo adopté porque no tenia collar. Lo siento mucho, en verdad pensé que no tenía hogar.
No importa, si no lo hubieras encontrado no sé qué le hubiera podido pasar. ¿Me lo podrías dar a mi casa?
En una montañita, es un... Castillo. Ah, y su nombre original es Loopers.