En una oficina de contabilidad, Héctor William Santos Jiménez, un contador público talentoso pero éticamente ambiguo, revisaba un documento financiero con una expresión preocupada en su rostro. Murmuraba para sí mismo:
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Sabemos que estos pagos no son limpios... pero, ¿qué otra opción tenemos si queremos asegurar estos contratos?
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Mientras tanto, los revisores fiscales, Camilo Reyes y Diego Armando Lara, deliberaban sobre los mismos documentos. Camilo sugería con una sonrisa cínica:
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"Si cerramos los ojos, nadie se enterará. Son millones en juego... ¿Quién va a cuestionar nuestras auditorías?".
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En ese mismo edificio, Marcelo, un empleado ético de la empresa, observaba con creciente incomodidad las irregularidades que ocurrían a su alrededor. Se sentía atrapado entre seguir órdenes y hacer lo correcto. En silencio, su pensamiento resonaba:
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Esto no está bien... según el Código de Ética del Contador, estamos violando principios básicos de integridad y objetividad
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Finalmente, el caso llegó al tribunal de la Junta Central de Contadores, donde un juez justo y firme examinaba con detenimiento la conducta de Héctor, Camilo y Diego.
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Según la Ley 43 de 1990, ustedes han incumplido los principios de integridad, objetividad, y responsabilidad profesional al omitir los sobornos en los registros contables. Este caso es claro
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Las sanciones seran ejemplares: inhabilitación profesional y multas significativas. "Es imperdonable que hayan puesto en riesgo la confianza pública en la contabilidad".
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Al abandonar el tribunal, Héctor y Camilo reflexionaban sobre sus acciones. Mientras tanto, Marcelo los observaba desde lejos con una mirada serena y decidida.
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"Si tan solo hubiéramos seguido las reglas..."
"La ética siempre tiene un costo, pero vale más que cualquier soborno".
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Y así, en el vaivén de la justicia y la ética, la balanza finalmente se equilibró, recordándonos a todos que las decisiones que tomamos no solo afectan nuestro presente, sino también nuestro futuro y nuestra integridad como profesionales. La historia de Héctor, Camilo, Diego y Marcelo sirvió como recordatorio de la importancia de mantener la ética en cada paso que damos en el mundo de los negocios.