Troya, ciudad de roja sangre y de guerra por años ha sido pintada. Lugar del que entras pero no sales. Llegué con los griegos recibido y acogido en las tropas de Aquiles fue donde encontré mi segundo hogar por ocho años, ocho largos años en los que solo pude pensar en ti y en los niños que ya no lo eran, en todas las promesas que alguna vez les profesé y que ahora parecían haberse ido con el viento; cayendo uno a uno los que conocí y consideré como hermanos.
No te atrevas. ¡Alguna vez prometieron dejarnos en paz, dime qué ha cambiado que sea tan urgente como para que se vaya de mi lado!
Tu padre.
Dejadme ir con ellos, he cumplido con lo que me han pedido ahora les suplico dejadme descansar con ellos.
Si sangre y pena buscas encontrar, regresa a tu isla hijo mío.
Adara, después de casi diez años seré capaz de respirar de nuevo a la par contigo, volverán a posar en mi aquellos dos pares de ojos llenos de vida buscando respuestas en mi a sus insaciables preguntas, regresaré a nuestro pequeño rincón del mundo en aquella isla nuestra, veré las marcas de sus pies en la arena de oro y manchados de espuma ustedes regresarán a mí.
A los hijos han de vigilar, dejar de mimarlos deben, mostrar ejemplo hay que hacer.
Mientras el Campo de los Elíseos me calienta con su luz, sus brazos se aferran a mi susurrando calma y paz al final.