La señora Prudencia Linero llegó al hotel y enseguida se monto en el ascensor con un señor que llevaba la maleta. Primero el ascensor paró en el piso tres pero a la señora Prudencia no le gusto entonces decidio quedarse en el piso cinco. Cuando la señora Prudencia entro a su habitación en el piso cinco comenzó a llorar y lloro hasta la hora de la cena.
Aquí no me quiero quedar mejor me voy al piso cinco.
Okay. Yo la llevo a el otro piso, pero le advierto que no tiene comedor.
¡Jajaja! Eso va a ser imposible el papa aveces ni confiesa a reyes y ademas él esta de vacaciones en otro lugar.
Era la hora de la cena, entonces el ayudante de él hotel la llevo a una fonda para que cenara. Cuando la señora Prudencia llego vio a un cura que se estaba haciendo pasar por un pobre ya que estaba sentado en la esquina de la fonda comiendo una cebolla y pidiendo plata. El cura se sentó con ella a charlar. Llego el momento de pedir y ella pidió una sopa de fideos ya que lo único que vendían de carne era carne de pájaros y para ella eso era cómo matar a sus hijos. En ultimo, ella también se dio cuenta de que había gente borracha y en citas romanticas.
Yo vine a Nápoles para coger un tren a Roma y conocer a el papa para que me confiese.
Al finalizar la cena, la señora Prudencia Linero camino por el mismo camino en que se fue en el taxi y vio los mismos paisajes. Hasta que cuando llego a la cuadra de su hotel vio una muchedumbre alrededor de una ambulancia. Cuando fue a ver lo que había pasado se dio cuenta que eran los ingleses del tercer piso, los estaban sacando de dos en dos y la policía también estaba ahí. Al finalizar la noche ella subío a el piso cinco y se quedo pensado en que no le gustaba Italia por la manera en que trataban a la gente.
¡Se han evenenado con una sopa de ostras!
¡No puede ser que ha pasado aquí! Esos son los diecisiete ingles del tercer piso. ¿Qué les ha pasado?
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