El Profesor Chesterfield me interrogó aquel día que fui a su oficina, después de haber estado el último jueves en la casa de la condesa Byron.
¿ Alguna vez oyó hablar sobre el Holandés Errante?
No es sobre un palacio profesor, esto es diferente: Un buque.
Desde que Ulises salió de paseo, no se habló tanto de otro pobre diablo en el mar.
¿De veras tienes el cuento?
Me alegró ver a mi editor interesado por primera vez. Estaba paralizado, había desatado rayos en su mente.
Fue avistado por el príncipe, el futuro rey de Inglaterra. Y lo dejó anotado en su bitácora.
Seguro le parece una linda receta para hacer un gran pastel público: realeza y buque fantasma.
Bien muchacho. Todo esto es conmovedor a qué negarlo. ¿Y qué hiciste al respecto?
Le dejé mi nota, con una sonrisa triunfal, y me retiré, con hormigas en los pies
¿A dónde voy?A esperar que lea mi nota y me felicite...Voy al lugar de los laureles de la gloria...
El holandes Errante
¿A dónde vas?
El profesor Chesterfield me indicó que lo esperara allí y me señaló una silla con uno de sus dedos de sostener pipa. y luego de preguntarme qué dobló mi nota...
El cielo está plagado de nubarrones...
Miro al cielo...
¿Qué haces?
No, qué haces ahora. Más bien... ¿ qué hiciste con esa noticia?
¡Esperamé aquí!
Mi boca se abrió y olvidé cerrarla por un tiempo y luego el profesor Chesterfield encogió sus hombros y su voz de barítono me sacudió...
Acá lo importante no es el príncipe ,ni el buque, ni siquiera el holandés errante..
¿ y qué es lo mejor?
Podría ser más interesante. Nada mejor que ir al lugar de los hechos. Eso necesita nuestro periódico: una crónica audaz.
Recuerdo que volví a casa con el estómago revuelto y el ánimo demolido. Me hacía mal la idea de flotar sobre el agua, jamás aprendí a nadar.
Pronto mis peores presentimientos se materializarían...
Déjame organizar algunas cosas y más tarde te contaré los planes. ¡Planes que te incluián, claro que sí!
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