Adoro pasar tiempo con Amelia. Es tan Maravillosa...
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¿Trajiste la droga que te pedí?
Ojalá así fuesen siempre los días, tomar marihuana me da más energía.
Así pasaron los días y ellos seguían encontrándose... Siempre paraban juntos, de la mano. Poco a poco se hicieron muy cercanos, y sin darse cuenta, empezaron a enamorarse.
¡Buenas noches, Apolo! Estuve esperando reencontrarme contigo desde que desperté.
Amelia! Qué felicidad me da que pienses eso! Vine a contarte algo muy importante.
Por otro lado, siempre que Amelia salía a pasar el rato junto a Apolo se sentía muy feliz, ambos eran inseparables y siempre se divertían. Incluso, Apolo llegó a olvidar la verdadera razón por la que quiso hablar con ella.
Amelia, ésta será mi última vez aquí. Por favor reúnete conmigo en el sótano del castillo.
¡Apolo! No quiero que te vayas. Haré lo que me pidas para hacerte feliz.
Sin embargo, lo que nadie sabía era que Amelia ocultaba un gran secreto. Por la noches, salía del castillo y tomaba sustancias no sanas para su salud. Ni siquiera Apolo sospechaba...
Apolo, ¿Qué sucede? Sabes que puedes confiar en mí y puedes contarme tus problemas...
Amelia, Yo te amo... ¡Discúlpame! Lo tengo que hacer por mi familia, todo por ellos.
Dejando de lado lo anterior, tTodas las noches, Apolo y Amelia se encontraban en el comedor del castillo para charlar. Pasaban horas y horas juntos, mientras esperaban que el tiempo se congele. Ninguno quería separarse del otro, hasta que sucedió lo inesperado.
Es así que Amelia, con el corazón roto en mil pedazos, decide hacer lo que Apolo quiera con tal de tenerlo cerca de ella siempre.
De esta manera, Amelia quedó pensativa y escuchó atentamente lo que Apolo le estaba a punto de confesar. En definitiva, Amelia estaba dispuesta a ayudar al amor de su vida.